"No hay camino a la paz; la paz es el camino"
(Ghandi)
El pacifismo, como cultura de la paz, encuentra a su exponente más emblemático en Mahatma Gandhi, quien pudo terminar con la dominación y la injusticia social, a través de la práctica de la no violencia activa.
En un mundo cada día más violento, llama mi atención, que cada vez más personas se hagan llamar “pacifistas”, y ante cualquier manifestación violenta, expresen la adhesión a esta filosofía de vida, con el fin de excusar su no intervención en lo que acontezca. Por ejemplo, si en la calle se produce una situación de agresión física entre dos personas, el “neo pacifista” no interviene a separarlos escudándose en esta condición.
Pero como el árbol se conoce por sus frutos, comienzo a observar con detenimiento, la conducta de vida de aquél que dice enrolarse en lo que nada más y nada menos, Ghandi llevó a la práctica exitosamente: el pacifismo.
Con los años, he descubierto algunos patrones generales en los “neo pacifistas” de este siglo, que me invitan a la reflexión:
a- se reitera con frecuencia la agresión social en sus vidas, son víctimas de agresiones laborales, afectivas, llamativamente de alta belicosidad;
b- utilizan con suma frecuencia la ofensa verbal en su forma de hablar, especialmente cuando disienten ideológicamente con alguien, lo que les imposibilita la generación de acuerdos;
c- le temen a la agresión física; y por ello en el fondo abusan de la neutralidad, es decir no participan de una agresión física no porque la detesten, sino por el pánico que les genera;
d- sus modos verbales no invitan al diálogo; generalmente son dogmáticos; no se caracterizan por su apertura mental.
Es por ello que tienen que anunciarse como “pacifistas”, es decir tienen que aclarar que lo son, debido a que su comportamiento no lo representa, o resulta contradictorio a lo que el propio pacifismo persigue como doctrina. Y no lo representa, porque conductualmente presentan generalmente una vertiente comportamental de agresividad de tipo destructivo, que incluye el maltrato o todo lo que implique alguna forma de subyugación del otro.
Quizá el no reconocimiento de esta parte agresiva que también los integra -porque nos integra a todos-, hace que su no aceptación refleje mayor agresividad en su contexto social y por consiguiente, encuentre en la expresión oral y escrita, es decir la expresión intelectual, la forma más políticamente correcta de encausar esa agresividad, con el fin de no explosionar.
Es que no hay un camino a la paz, la paz es el camino. Y entonces ese camino, va desde adentro hacia afuera, nunca al revés. Si no puedo lograr la paz interior, junto con el reconocimiento de mis zonas oscuras y violentas, y su posterior aceptación, difícilmente podré transmitir paz a mi alrededor, y contribuir así a la paz social, que no es otra cosa que la suma de la paz individual.
La paz exige una conciencia y actitud activa: a veces hay que dar duras batallas para lograr la paz. También una vez lograda, hay que defenderla, y a veces defenderla implica revisar nuestros propios valores pacifistas.
Siempre observa cuando alguien te aclara que pertenece a determinada forma de pensamiento, si ello se refleja en las conductas más cotidianas y simples de su vida. Porque no hacen falta grandes revoluciones, sino pequeñas modificaciones que sumadas produzcan grandes cambios.Quién no es capaz de llevar a la práctica en su propia vida lo que pregona, no está tan convencido de sus propias teorías.
Que la paz esté en tu vida.
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