martes, 9 de diciembre de 2014

Hefestos y Perséfone




Si Hefestos hubiera conocido a Perséfone

su fragua hallaría la calma,

sabiendo que el alma está también en la mirada

cuando no hay mejor diálogo que el silencio.



Si Hefestos hubiera conocido a Perséfone

la hubiera convertido en su Afrodita

templándola con el fuego de su pasión

y el frío de su indiferencia.



Si Hefestos hubiera conocido a Perséfone

se reiría de sus miedos,

y crearía un gran escudo de hierro

para que ningún mal la hiciera llorar.



Si Hefestos hubiera conocido a Perséfone

hubiera transitado el inframundo

guiado por esos ojos de niña frágil

que persuaden hasta al más fuerte.



Si Hefestos hubiera conocido a Perséfone

hubiera hurgado en su inseguridad,

en su propia oscuridad hubiera hallado consuelo

y en el río del infierno la hubiera amado por siempre.



Si Hefestos hubiera conocido a Perséfone

disfrutaría de su soledad junto a ella,

sabiendo que cuando invisible

es más difícil de cazar.



Si Hefestos hubiera conocido a Perséfone

sus manos se transformarían en alas

y su cuerpo se fundiría en un volcán eterno

que jamás lo haría sentir inseguro,

porque aún en las escalinatas de cristal del Olimpo

ella sería su trono de marfil,

su reina interior, su más preciosa creación,

 su amada.

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