domingo, 31 de agosto de 2014

Argentina: un país que nos iguala? El Impuesto a las Ganancias


“Tenemos que ser conscientes y solidarios que cuando pagamos un impuesto, ésto va a las arcas del Estado y eso se dedica, por lo menos en este Gobierno, a una política encaminada al crecimiento y la distribución" 
 Axel Kicillof – Ministro de Economía de la Nación Argentina



El día 14 de Mayo de este año, llamó mi atención cierto tramo del discurso presidencial, emitido a raíz del acto de anuncios del plan PRO.CRE.AR, junto con el aumento de la Asignación Universal por Hijo, y de las Asignaciones Familiares, otorgados a raíz de la escalada inflacionaria sucedida a partir de febrero.

Y es que mucho se dice de la utilización de los fondos jubilatorios para cuestiones diversas a lo previsional, sin que aún se les haya otorgado a nuestros mayores el 82 % móvil – proyecto de ley aprobado en el Congreso de la Nación y vetado por la Presidencia-, y sin que se haya abonado por el Estado una cartera importante de juicios en estado de ejecución de sentencia, con la consecuente persecución fiscal de los abogados que los tienen a cargo. Siendo el punto más discutido, el uso de estos mismos fondos en el programa “Fútbol para Todos”.

Hoy quisiera centrar la atención, justamente en el párrafo de ese discurso que despertó mi reflexión:

“….El segundo, por favor, que también es muy importante, porque hay mucho mito en la República Argentina. ¿Cómo se componen los recursos corrientes de la ANSES? Por supuesto, el primer recurso son los aportes y contribuciones de los trabajadores, representan el 60 por ciento del total de la ANSES. Ahora, los recursos tributarios, el segundo con 17,5, es el Impuesto al Valor Agregado. Quiero detenerme un minuto sobre el Impuesto al Valor Agregado porque el Impuesto al Valor Agregado es un impuesto que lo pagan todos, los que tienen plata, los que no tienen plata, los que tienen trabajo, los que no tienen trabajo, los que ganan mucho, los que ganan poco, el que está desocupado. Todo aquel que va a comprar, tiene que pagar IVA; Impuesto a las Ganancias, lo pagan únicamente los que tienen un determinado nivel de ingresos. Y fíjense ustedes que el segundo ingreso para conformar los fondos de la ANSES, es el Impuesto a las Ganancias casi con el mismo rango que IVA en un 16,6 por ciento. Luego viene sobre combustible 2,7 y ustedes observen que es absolutamente mínima. Por eso, tocar los impuestos que conforman el grueso de la masa de la ANSES, impacta negativamente en los jubilados, en las asignaciones universales y en todo absolutamente porque son estos los 3 recursos.”

Mientras desarrollaba este concepto, nuestra presidente, mostraba un gráfico de barras que ilustraba dichos porcentajes, sin detenerse –intencionalmente- en los aportes tributarios inferiores, porque su idea era justificar el porqué de no modificar el I.V.A. y el Impuesto a las Ganancias, en tanto éstos entre sí, representaban un 34,1 % de la composición de los fondos de la ANSES. Que junto con los aportes jubilatorios – que en sus propios dichos conforman el 60 %- , suman un 94,1 % de la totalidad de los fondos de dicha entidad. Pero nada se dijo, de la composición del resto de los impuestos que integran los fondos de la ANSES, es decir, cómo se compone el 5,9 % restante de estos fondos.

Entre ellos, está por ejemplo el Impuesto al Juego, que por obvia deducción su integración no supera siquiera el 2 %, ni tampoco se detiene nuestra primera mandataria, en explicar por qué no están gravadas las operaciones financieras especulativas. Desvía el foco de la cuestión a justificar la importancia de la existencia del Impuesto a las Ganancias y el I.V.A., y no explica por qué en caso de una utópica reducción de estos últimos, dichos porcentajes no podrían suplirse con impuestos de actividades que no generan producción económica al país, y que actualmente se encuentran, según su propio discurso, afectando mínimamente la integración de los fondos de la entidad previsional.

En un gobierno que dice ser progresista, esta explicación no sólo sería muy ilustrativa, sino que su aclaración se torna indispensable, para justificar por qué se grava el consumo, por qué el salario se considera una “ganancia” a gravar impositivamente, y no, por ejemplo, la realización de un plazo fijo.

Si la política tributaria imperante, tiene como objetivo la redistribución de las riquezas, no comprendo por qué no es considerada una riqueza lo ganado a través de ciertas operaciones financieras o lúdicas.

Brindar argumentos que justifiquen tal diferenciación, ayudaría a comprender mejor el eslogan oficial actual: “Argentina, un país que nos iguala”.

Porque de continuar así la política tributaria, nos está igualando pero hacia abajo. Es decir, se redistribuye lo que hay, pero no se genera más nada. Se redistribuye la riqueza salarial, en la cuarta categoría del Impuesto a las Ganancias, y el consumo a través del I.V.A., pero no se genera ninguna riqueza adicional, liberando impositivamente a las actividades productivas de riqueza y gravando con mayor severidad a las actividades financieras o del juego, por citar ejemplos grotescos.

De todo lo enunciado, quisiera reflexionar con mayor detención sobre el tan discutido Impuesto a las Ganancias, que paradójicamente, grava los haberes de algunos trabajadores en relación de dependencia, y que ha llevado a la ironía, de que algunos de ellos no realicen horas extras, para no ser alcanzados por este gravamen que les deducía aún más de lo ganado en este último concepto.

Y lo más irónico, es que ahora, tan sólo un trimestre después de ese discurso, nos encontramos en una etapa de recesión económica, que genera suspensiones laborales, porque las empresas ahora ya no están en condiciones no sólo de abonar horas extras, sino siquiera de sostener las horas normales de trabajo, por el descenso de la producción. Cuestión que impacta también en las empresas de servicios enlazadas y que conforman el grueso de nuestra actividad económica empresarial. Ello, tan sólo 3 a 4 meses después…

El Impuesto a las Ganancias, es un tributo que pagan las personas físicas y jurídicas que ganan una cantidad mínima de dinero por mes, y se calcula en proporción a sus beneficios. En el caso de las personas físicas, es un impuesto progresivo, es decir su tasa aumenta a medida que aumenta la base imponible. Así, su progresividad está dada por la capacidad contributiva. Cuanto mayor impacto relativo tenga el impuesto en los sectores de mayores ingresos, mayor será la progresividad del mismo.

Es también un impuesto directo, es decir, está destinado a un actor económico determinado que no puede trasladar su pago a otros actores económicos, en el caso de las personas físicas.

El Impuesto a las Ganancias se divide en cuatro categorías, siendo la última la que aplica a las personas físicas o trabajadores en relación de dependencia. Los trabajadores con ingresos mensuales hasta 15.000 pesos brutos, están exentos del pago de Ganancias, sin diferenciación por estado civil y grupo familiar.

Aquellos que cobran más de $15.000 y hasta $25.000 mensuales brutos, tienen retenciones, consistentes en las deducciones personales incrementadas en un 20%, y en un 30% para los que trabajan en zona patagónica.

Los que percibieron más de $ 25.000, sufren las retenciones con las deducciones sin incrementos. El salario familiar está libre de impuesto.

Para calcular el impuesto, se determina la Ganancia Bruta, que es la suma de todos los ingresos anuales brutos (sueldo, aguinaldo, vacaciones, horas extras, gratificaciones, entre otros). A esa ganancia bruta, se le restan las deducciones obligatorias (jubilación, obra social, y PAMI). Luego se aplican los descuentos permitidos (seguro de vida, empleada doméstica, honorarios médicos, etcétera). De esa cuenta se obtiene la ganancia neta acumulada. A ese parcial se le debe aplicar las deducciones personales por cargas de familia (cónyuge, hijo u otro familiar a cargo) y luego la deducción especial y la ganancia no imponible. De allí se obtiene la ganancia neta sujeta a impuesto. A esa cifra se le aplican alícuotas progresivas del 9% al 35% según el nivel de ingreso. Cabe destacar que el impuesto a las ganancias es anual, pero se retiene mensualmente mediante anticipos.

Es justamente la cuarta categoría de este impuesto, la que está trayendo mayor conflictividad social, y su consecuente utilización política, al punto que a este impuesto se lo conoce vulgarmente como el “Impuesto al Salario”, porque en definitiva grava los ingresos de los trabajadores en determinado rango salarial.

Recordemos que el salario tiene en nuestro sistema legal, el carácter de alimentario. Es decir, la ley le otorga al trabajador el derecho de la percepción de una cantidad mínima de haberes, para el uso de la satisfacción de las necesidades urgentes del mismo. Al punto que el mismo es inembargable en forma relativa, es decir en parte (véase el artículo 120 de la Ley de Contrato de Trabajo), a no ser que ello fuera para cumplir con las obligaciones alimentarias a su cargo.-

Ese carácter alimentario del salario, se contrapone a su conceptualización como “ganancia”. El mismo art. 14 de nuestra Carta Magna, diferencia al señalarlas aparte, la “retribución justa del trabajador” – salario-, de la “participación en las ganancias de la empresa”. Y más allá de discutir conceptualmente si es adecuado que el Estado intervenga en las ganancias de la empresa, va de suyo, que no debe intervenir, sino solo para garantizarlo, en el salario del trabajador.

Y eso que no estamos trayendo a discusión la utilización de los fondos recaudados con este impuesto y la imposibilidad de subsistir con un Salario Mínimo Vital y Móvil, que hoy asciende desde el 1° de Enero del año 2014, en $ 3.600.- para los trabajadores mensualizados que cumplan la jornada legal completa conforme al artículo 116 de la Ley de Contrato de Trabajo, con excepción de las situaciones previstas en los artículos 92 ter y 198, primera parte, del mismo cuerpo legal, que lo percibirán en su debida proporción, y de $ 18,00 por hora, para los trabajadores jornalizados. Piénsese que se está estipulando que una persona tiene que mantenerse mínimamente con $ 120.- por día aproximadamente – en estos días se está reuniendo nuevamente el Consejo de Empleo, para fijar su actualización anual-.

Se me dirá, que esa cuarta categoría del impuesto en cuestión, sólo afecta aproximadamente a un 13 % de la masa activa de trabajadores registrados de nuestra población, es decir que su conflictividad no atañe a la mayoría de los trabajadores, por lo que su cuestionamiento sólo es una bandera política de quiénes se oponen a la política tributaria oficial. Pero no olviden que en algunos gremios particulares – como por ejemplo en el gremio ferroviario, transporte y el de recolección de residuos- su impacto va desde el 65% al 92%, lo que torna muy diferente la cuestión. Más aún luego de las paritarias de aquellos sectores, que incrementaron sus ingresos en relación a la inflación actual, que según las fuentes oscila entre el 25% al 40%.

Así la mano de obra especializada, la realización de horas extras, y los aumentos en paritarias, se diluyen en manos de este impuesto al salario. La paradoja, es que a contrario de ello aumentan las tasas de interés, los subsidios y la utilización de los fondos previsionales para fines diversos en igual medida. Quizá sea este el resultado de la década ganada: un país que nos iguala, en especial al que produce con el que especula.

domingo, 17 de agosto de 2014

Aspectos mínimos a considerar en la solicitud de un préstamo


A la hora de evaluar sobre la solicitud de un préstamo dinerario de un monto determinado, sería conveniente analizar: la tasa de interés ofrecida, el plazo de financiación y el sistema de amortización del mismo.

La tasa de interés es el “precio” del dinero, el costo que tendrá que abonar el deudor por ese servicio financiero. Mientras sea más fácil conseguir dinero y haya mayor liquidez en el mercado, la tasa de interés será más baja. Si no hay suficiente dinero para prestar y hay menor liquidez, la tasa será más alta.

La tasa de interés puede ser fija o variable. Si la tasa de interés es fija, permanecerá constante durante todo el periodo de financiación del préstamo, lo que es muy útil en un contexto inflacionario. Sin embargo, es justamente difícil en este contexto, encontrar en el mercado la oferta de tasas de interés fijas, o cuando se encuentran, éstas son muy altas.

Si la tasa de interés es variable, irá fluctuando durante todo el período de financiación, y se determinará al momento de establecer cada cuota, en función de las expectativas inflacionarias de los agentes económicos.

El plazo de financiación, será entonces el tiempo de devolución del dinero, pactado entre las partes intervinientes. Así, podremos observar plazos de financiación a corto plazo (inferiores a un año) o a largo plazo.

El sistema de amortización de un préstamo, es un sistema matemático que se utiliza para calcular la extinción gradual del préstamo por medio de pagos periódicos, que pueden ser iguales o diferentes.

En el mercado financiero argentino, se ofrecen dos sistemas de amortización: el Sistema Francés y el Sistema Alemán.-

En el Sistema Francés, la amortización de capital es creciente, pero como el interés se calcula sobre el saldo de deuda, éste decrece con el transcurso del tiempo. Lo que produce como resultante una cuota constante durante la vigencia del préstamo en cuanto a su monto, variando únicamente la integración de la misma, entre porcentaje de amortización de capital y porcentaje de interés.

En cambio, en el Sistema Alemán el monto de las cuotas varía a lo largo del tiempo, en sentido descendente. Porque en este sistema, la amortización de capital es constante durante la vigencia del préstamo. Pero el interés se calcula sobre el saldo de deuda y como este saldo decrece a medida que transcurre el plazo de financiación, también decrecen los intereses. Así el monto de las cuotas, se compondrá por un porcentaje constante de amortización de capital más otro porcentaje de interés que será -por lo antedicho- decreciente, ergo las cuotas también lo serán, en tanto el único porcentual variable de la cuota también lo es.

Entonces, el ritmo de amortización de capital del Sistema Francés es más lento que el Sistema Alemán. Lo que tendrá importancia, en tanto se quiera cancelar anticipadamente el préstamo, o se incurra en insolvencia o imposibilidad de seguir abonándolo. Y desde ya, en la cuantía de la determinación de intereses a pagar, dado que siempre se calculan sobre el saldo de deuda.

Por supuesto, que en esta simplificación no estamos considerando otros componentes de las cuotas, como seguros, gastos administrativos, comisiones, etc., que desde ya impactarán en el monto a desembolsar periódicamente para finalizar el préstamo.

viernes, 1 de agosto de 2014

Lo que me enseñó el Síndrome de Asperger



“Ser asperger o autista, significa que lo que es normal para mí, no lo es para el resto de las personas. En cierto sentido estoy terriblemente desprovisto del equipo necesario para poder vivir en este mundo. Soy como un extraterrestre que se encuentra en la tierra sin ningún manual de supervivencia. Concédeme el derecho de conocerme a mi manera, reconóceme que somos extraterrestres el uno para el otro y que mis formas de vida no son solamente versiones de las tuyas.
Pon en duda tus ideas, define tus conceptos y trabajemos juntos en la construcción de un puente entre nosotros.”
Jim Sinclear



Mi papá me acercó un libro precioso, llamado “El curioso incidente del perro a Medianoche”, escrito por Mark Haddon, escritor, ilustrador, pintor y profesor inglés.-

El libro, narra en primera persona, con maravillosa exactitud y simpleza, lo sucedido a Cristopher, un joven con Síndrome de Asperger.-

Generalmente, este síndrome del espectro autista, trae numerosas complicaciones a la vida cotidiana, y el estrés consiguiente para quien lo posee y su grupo familiar. Pero hoy, en lugar de hacer hincapié en esas dificultades, quería contar todo lo que aprendí de mi hijo a través de conocer y entender cómo es la conducta de quienes lo tienen, y todo lo que también me ha aportado y enseñado para mi vida.

En el libro Cristopher cuenta:

“Me sé todos los países del mundo y sus capitales y todos los números primos hasta el 7.507.”

Y aprendí a prestar atención a detalles que no hubiera percibido nunca naturalmente, y descubrir todas las relaciones numéricas que hay en todo lo que nos rodea, encontrando patrones de una meticulosa exactitud, que sólo me demuestran lo maravilloso y exacto del Universo.

“Ahora cuando no sé qué me está diciendo alguien le pregunto qué quiere decir o me marcho.”

A través de la dificultad de comprender el lenguaje gestual y la no literalidad de algunos mensajes de la comunicación en el Síndrome de Asperger, tomé conciencia de las diversas interpretaciones que realizamos cuando alguien nos dice algo, y las confusiones y malos entendidos a las que dichas interpretaciones nos llevan, en lugar de simplemente preguntar directamente cuando tenemos dudas de algo que nos dicen. Y también de la cantidad de suposiciones que naturalmente realizamos, la mayoría equivocadas, que nos conducen a juicios apresurados acerca de las personas. Aprendí entonces, a no hacer suposiciones, y si algo me genera dudas, preguntarle directamente al otro qué me quiso decir.

“Me gustan los perros. Uno siempre sabe qué está pensando un perro. Tienen cuatro estados de ánimo. Contento, triste, enfadado y concentrado. Además, los perros son fieles y no dicen mentiras porque no hablan.”

Será por eso que a mí me encantan los perros también. Está buenísimo eso de tener cuatro estados de ánimo solamente… y nadie más leales que ellos. Nadie.

“No me gusta que la gente me grite. Me da miedo que vayan a pegarme o a tocarme y no sé qué va a pasar.”

A mí tampoco me gusta que la gente grite, es algo que me molesta profundamente. No me da miedo, me angustia la impotencia que demuestra el que grita en ese momento, y como no me gusta la victimización, me perturba que no se imponga verbalmente con argumentos y grite como un niño. Prefiero la firmeza al volumen.

“… y se me hace difícil imaginar cosas que no me hayan ocurrido a mí.”

Aprendí a ser realista, y moderar mi idealismo utópico, dándole el protagonismo a la realidad. Aprendí a no hacerme problema por cosas que imagino podrían suceder, y aún no han sucedido. Además siempre la realidad ha superado a la ficción de mi imaginación.

“Me gustan los perros porque son leales y honestos, y algunos perros son más listos y más interesantes que algunas personas. Steve, por ejemplo, que viene al colegio los martes, necesita ayuda para comer y ni siquiera es capaz de traerte un palo si se lo lanzas. Siobhan me pidió que no le dijera eso a la madre de Steve.”

Aprendí que algunos perros son más listos que las personas, porque no le mueven la cola a cualquiera porque sí, te miran genuinamente sin ningún interés mezquino, no muerden la mano de quién les da de comer, y dan su vida por defenderte. Aprendí a conocer y amar a los perros.

“Como me gustan los policías quería responder adecuadamente a la pregunta, pero el policía no me dio el tiempo suficiente para dar con la respuesta correcta.”

Aprendí que la respuesta correcta merece una pregunta correcta, y que a veces hace falta tiempo para encontrarla. Aprendí que todos hacen siempre las mismas preguntas, y tan sólo por ello, siempre encuentran las mismas respuestas. Aprendí que responder no es lo importante, el arte está en saber preguntar. Y que cada uno tiene sus tiempos, y respetar el tiempo de cada uno es amar.

“Hago ese ruido cuando llega demasiada información a mi cabeza desde el mundo exterior. “

Aprendí que a veces, es tanta la información y estimulación a la que estamos sometidos, y la velocidad con la que ésta cambia, que en lugar de ayudarnos nos altera, y no nos permite ver con claridad lo que sucede. Aprendí a valorar el silencio para entrar en mi mundo interior y hallar las preguntas correctas.

“Si trato de decir esta frase haciendo que la palabra signifique dos cosas distintas a la vez, es como si escuchara dos piezas distintas de música al mismo tiempo, lo cual es incómodo y confuso, no agradable como el ruido blanco. Es como si dos personas te hablaran a la vez sobre cosas distintas.”

Aprendí que cuando alguien no dice lo que piensa, ni actúa como dice, lo que genera es confusión e incomodidad. Aprendí el valor de la coherencia.

“Los números primos son lo que queda después de eliminar todas las pautas. Yo creo que los números primos son como la vida. Son muy lógicos pero no hay manera de averiguar cómo funcionan, ni siquiera aunque te pasaras todo el tiempo pensando en ellos.”

Aprendí que para conocer a alguien hay que quitarle todas las máscaras primero, que sería como eliminar todas las pautas sociales de las que se cubre, para llegar a su esencia. Y conocer es ver la esencia del otro. Que el funcionamiento del ser humano es infinitamente diverso, y que entender al otro es muy difícil cuando no te has entendido primero a ti mismo. Aprendí a valorar la autenticidad.

“La gente me provoca confusión. Eso me pasa por dos razones principales. La primera razón principal es que la gente habla mucho sin utilizar ninguna palabra. Siobhan dice que si uno arquea una ceja puede querer decir montones de cosas distintas. Puede significar «quiero tener relaciones sexuales contigo» y también puede querer decir «creo que lo que acabas de decir es una estupidez». Siobhan también dice que si cierras la boca y expeles aire con fuerza por la nariz puede significar que estás relajado, o que estás aburrido o que estás enfadado, y todo depende de cuánto aire te salga por la nariz y con qué rapidez y de qué forma tenga tu boca cuando lo hagas y de cómo estés sentado y de lo que hayas dicho justo antes y de cientos de otras cosas que son demasiado complicadas para entenderlas en sólo unos segundos.”

Aprendí que un mismo gesto, puede tener significados diversos y que la confusión viene principalmente del no detenernos a observar con paciencia. Que el lenguaje gestual es más fidedigno que el verbal, porque no está intelectualizado. Y que los hechos valen más que las palabras. Aprendí la importancia de observar al otro para aprender sobre uno mismo.

“Levantó la mano derecha y abrió los dedos formando un abanico. Yo levanté la mano izquierda y abrí los dedos formando un abanico e hicimos que nuestros dedos se tocaran. Hacemos eso porque a veces Padre quiere abrazarme, pero como a mí no me gustan los abrazos, hacemos eso en su lugar, y así me dice que me quiere.”

Aprendí que hay muchas formas de decir te quiero, pero que ninguna me gusta más que un abrazo, quizá justamente porque no puedo darle un abrazo a mi hijo como me gustaría porque cuesta mucho que lo toquen. Aprendí el valor del contacto (con-tacto), del tocar para sentir. Por eso a la gente que quiero mucho la saludo con un abrazo. Aprendí que un abrazo nunca se desperdicia, porque es muy importante.

“Yo siempre digo la verdad.” “Yo no digo mentiras. Madre solía decir que eso era porque soy buena persona. Pero no es porque sea buena persona. Es porque no sé decir mentiras.”

En el Síndrome de Asperger, existe una imposibilidad biológica de mentir, porque no existe la capacidad de imaginar algo que no es o no sucedió. Aprendí a valorar la verdad, porque es lo que es, y tomar conciencia que usualmente se miente en la mayoría de los casos. Y del dolor que ello provoca. También aprendí que a la gente en general no le gusta la verdad, le teme. Y a veces prefiere la mentira. Aprendí que yo prefiero la verdad.

“Normalmente, la gente te mira cuando te habla. Sé que tratan de captar lo que estoy pensando, pero yo soy incapaz de captar lo que piensan ellos. “

Aprendí que tratar de captar lo que piensa el otro, es una empresa difícil. Y que no siempre ello es visible cuando alguien te mira a los ojos. Me han mentido millones de veces mirándome a los ojos. Aprendí que es mejor atender a lo que hacen, que es lo que producirá consecuencias. Que no importa lo que pensemos, ni nuestras intenciones, importan nuestros actos, y que son estos últimos los que quedarán, y modificarán. Aprendí el valor de la acción.

“Yo dije que no era listo. Tan sólo advertía cómo son las cosas, y eso no es ser listo. Sólo es ser observador. Ser listo es ver cómo son las cosas y utilizar la información para deducir algo nuevo. “

Aprendí que está lleno de observadores, pero hay pocos listos. Que la originalidad en el pensamiento y en la acción, no están muy de moda. Y valoro cuando aparece, porque es escasa. Aprendí el valor de la creatividad.

“Eso es porque no siempre hago lo que me dicen. Y no lo hago porque cuando la gente te dice qué tienes que hacer, suele ser confuso y no tener mucho sentido. Por ejemplo, la gente te dice con frecuencia «Cállate», pero no te dice durante cuánto tiempo tienes que quedarte callado. O ves un letrero que dice «prohibido pisar el césped» pero debería decir «prohibido pisar el césped alrededor de este letrero» o “prohibido pisar el césped en este parque» porque hay mucho césped que sí se te permite pisar. Además, la gente se salta las normas constantemente.”

Aprendí a ser clara con lo que quiero, cuando lo pido. Para que no haya confusiones ni malos entendidos. Y que ser rebelde no significa no seguir las normas, sino tener el valor de cambiarlas.

“No me gustan los extraños porque no me gusta la gente que no conozco. Es difícil comprenderlos."

Aprendí que para comprender a alguien es importante conocerlo primero, y conocerlo implica conocerme antes. Aprendí el valor de entender al otro para entenderme a mí misma.

“…probablemente era buena persona porque le gustaban los perros.”

Es difícil que a una buena persona no le gusten los perros. Mi hijo el otro día me dio una simple y linda definición de un docente. Me dijo que los profesores eran generalmente buenas personas. Y yo le pregunté por qué. Y me contestó que el enseñar supone ayudar a otro a aprender sobre algo, y para ayudar a otro hay que ser buena persona. Aprendí el valor de ayudar.

“A eso tampoco contesté, porque la señora Alexander estaba haciendo lo que se llama charlar, que es cuando la gente se dice cosas entre sí que no son preguntas y respuestas y que no tienen relación."

Aprendí que la mayoría de las veces, la gente habla sin sentido. E incluso repite frases o pensamientos, sin comprenderlos cabalmente, sin internalizarlos. Y que es más difícil encontrar a alguien que quiera escucharte que alguien que quiera hablarte. Aprendí el valor de saber escuchar.

“Los niños de mi colegio son estúpidos. Pero se supone que no he de llamarlos estúpidos, ni siquiera aunque sea eso lo que son. Se supone que he de decir que tienen dificultades de aprendizaje o que tienen necesidades especiales. Pero eso es estúpido, porque todo el mundo tiene dificultades de aprendizaje, porque aprender a hablar francés o entender la relatividad es difícil. Y todo el mundo tiene necesidades especiales, como Padre, que tiene que llevar siempre encima una cajita de pastillas de edulcorante artificial que echa al café para no engordar, o la señora Peters, que lleva en el oído un aparato de color beige para oír mejor, o Siobhan, que lleva unas gafas tan gruesas que si te las pones te dan dolor de cabeza, y ninguna de esas personas son de Necesidades Especiales, incluso aunque tengan necesidades especiales.”

Aprendí cómo nos molesta llamar a las cosas por su nombre, como si las cosas fueran diferentes según como las nombremos. Y que todos somos especiales y únicos, y por ello nuestras necesidades siempre también lo son. Aprendí el valor de la individualidad.

“La gente dice que siempre hay que decir la verdad. Pero no lo dicen en serio porque no se te permite decirle a los viejos que son viejos y no se te permite decirle a la gente que huele raro o a un adulto que se ha tirado un pedo. Y no se te permite decir a alguien «No me gustas» a menos que esa persona haya sido muy mala contigo.”

Aprendí que adoramos vivir en la mentira. Que la hipocresía y los buenos modales son importantísimos para ser validados socialmente como personas aceptables. Que es más importante parecer que ser. Aprendí también que no quiero encajar con eso.

“El señor Jeavons decía que a mí me gustaban las matemáticas porque son seguras. Decía que me gustaban las matemáticas porque consisten en resolver problemas, y esos problemas son difíciles e interesantes, pero siempre hay una respuesta sencilla al final. Y lo que quería decir era que las matemáticas no son como la vida, porque al final en la vida no hay respuestas sencillas.”

Aprendí que las relaciones humanas son tan complejas, que no son buenas las generalizaciones. Y que los problemas que se generan con las personas, nunca tienen una respuesta sencilla. Aprendí a valorar al ser humano en su complejidad, lo que lo hace extraordinariamente atrayente.
También, aprendí que leer y escribir, es mucho más seguro que vivir, porque cuando leo o escribo, sólo hay un final posible. Y que las pruebas más difíciles se presentan en la práctica y no en la teoría. Aprendí la importancia de poner el cuerpo para aprender y correr riesgos.

“El mundo está lleno de cosas obvias de las que nadie se da cuenta nunca ni de casualidad.”…”Pero él sí se da cuenta, como yo. En el libro también se dice que Sherlock Holmes tenía, en grado sumo, el poder de abstraer su mente a voluntad. Y en eso es como yo, porque si una cosa me interesa de verdad, como hacer ejercicios de matemáticas o leer un libro sobre las misiones del Apolo, o los tiburones blancos, no me doy cuenta de nada más, y Padre puede estar llamándome para que vaya a cenar y yo no le oigo. Y por eso soy muy bueno jugando al ajedrez, porque abstraigo mi mente a voluntad y me concentro en el tablero y al cabo de un rato la persona con la que estoy jugando deja de concentrarse y empieza a rascarse la nariz o a mirar por la ventana y entonces comete un error y le gano.”

¿Existe un poder más grande que la concentración total en algún objetivo? Aprendí que tengo que abstraer mi mente, si es necesario, para encontrar alguna solución, y también a no darle a nadie el poder de distraerme de mis metas. También aprendí que en lo obvio, a veces, están las mejores soluciones.

“—Christopher, ¿entiendes que te quiero? Y yo dije que sí, porque querer a alguien es ayudarlo cuando se mete en líos, y cuidar de él, y decirle la verdad…”

Aprendí que querer a alguien es tan simple como ayudarlo, cuidarlo y decirle la verdad, para que entienda que lo queremos. Todavía no aprendí por qué algo tan simple nos cuesta tanto.

“…porque uno debería estar seguro de tener todas las pruebas disponibles antes de empezar a deducir cosas. De esa manera, es mucho menos probable que cometas un error.”

Aprendí que nada nos ayuda más a equivocarnos que los juicios, y mucho más si son apresurados. Aprendí a desechar los prejuicios sobre los demás.

“Y significa que a veces las cosas son tan complicadas que es imposible predecir qué va a pasar a continuación, pero en realidad obedecen a unas reglas muy sencillas.”

Aprendí que lo complicado no es el mundo en sí mismo, sino la manera de observarlo. Y que los mejores resultados, son aquellos más sencillos, porque simplemente siguen las reglas –también sencillas- del Universo. Por ello nada bueno surge de resistir o forzar situaciones. Nada.

“Y las personas son distintas de los animales porque pueden ver imágenes en la pantalla de su cabeza de cosas que no están mirando."

Aprendí a manejar mi mente, para mirar lo que está sucediendo y no lo que imagino que sucederá. Aprendí el valor de la objetividad.

“Y por eso los cerebros de la gente son como ordenadores. Y no es porque sean especiales, sino porque tienen que estar desconectándose constantemente durante fracciones de segundo mientras la pantalla cambia. Y es porque hay algo que no pueden ver que la gente cree que tiene que ser especial, porque la gente siempre piensa que hay algo especial en lo que no puede ver”

Aprendí que no sólo pensamos que hay algo especial en lo que no podemos ver, sin percatarnos del milagro de lo que vemos, sino en que deseamos frecuentemente lo que nos falta, y no le damos importancia a lo que tenemos. Aprendí a aceptar y valorar quién soy, en lugar de añorar lo que no soy.

“Además las personas creen que no son ordenadores porque tienen sentimientos y los ordenadores no tienen sentimientos. Pero los sentimientos no son más que tener una imagen en la pantalla en tu cabeza de lo que va a pasar mañana o el año que viene, o de lo que podría haber pasado en lugar de lo que ocurrió en realidad, y si es una imagen alegre sonríen y si es una imagen triste lloran.”

Aprendí el valor de reír o llorar sólo por el presente. Y que hay situaciones que es mejor resolver con la mente, y otras con el corazón.

“… es durísimo decir la verdad todo el tiempo. A veces es imposible.”

Ni que lo digas…

“Porque...si uno no dice la verdad ahora, entonces más tarde... más tarde duele todavía más.”

A veces no decimos la verdad por no causar dolor, pero como la verdad siempre sale a la luz, a veces luego el dolor generado es más grande. Quizá el secreto esté en el momento y el modo de decirla, pero seguro no estará en no decirla. Aprendí el valor de ser valientes, y de afrontar la verdad aunque nos duela. Y sobre todo, la importancia de no mentirme a mí misma.

“Lo veo todo. Por eso no me gustan los sitios nuevos. Si estoy en un sitio que conozco, como casa, o el colegio, o el autocar, o la tienda, o la calle, lo he visto casi todo antes y todo lo que tengo que hacer es mirar las cosas que han cambiado o se han movido.”…” Pero la mayoría de la gente es perezosa. Nunca miran nada. Hacen lo que se llama «echar un vistazo», que es como chocar contra algo y continuar sin desviar el camino. Y la información en su cabeza es mínima."

Aprendí el valor de prestar atención, especialmente a quién uno ama. Mirar con dedicación a verlo todo. Y que es mejor mirar mal, a no querer ver.

Y es así, como sigo aprendiendo. Y es así, como aprendiendo me equivoco, y vuelvo a intentarlo nuevamente. A veces con más o menos ganas de volver a empezar, pero siempre recomenzando. Y como siento que las lecciones más difíciles vienen de la mano de quiénes más amamos, seguramente lo más difícil de aprender para mí, viene de la mano de mi hijo, que es la persona que más amo en esta vida. Gracias papá, por haberme acercado este precioso libro, y gracias hijo por enseñarme tanto.