miércoles, 26 de noviembre de 2014

La Teoría de Cuerdas y las Ciencias Sociales en el Siglo XXI



“El mundo no sólo es más extraño de lo que imaginamos, sino incluso más extraño de lo que podemos llegar a imaginar.”
 Arthur Eddington – astrofísico británico del Siglo XX-

A finales de 1960, y consolidándose a partir de 1980, surge la Teoría Física de Todo o Teoría de Cuerdas, que ofrece las mayores expectativas de unir en ella las cuatro fuerzas de la Naturaleza: electromagnetismo, fuerza nuclear fuerte, fuerza nuclear débil y gravedad. Fusionando la Física Cuántica con la Teoría de la Relatividad y concluyendo la labor de Einstein.

La Teoría de Cuerdas presupone que las partes más pequeñas que componen el Universo, no son partículas sino filamentos de energía, como cuerdas que vibran. Cada tipo de vibración produce un tipo u otro de partícula, con cualidades distintas.

Una de sus versiones, la Teoría M, cree que una especial vibración de cuerdas daría lugar a una partícula llamada gravitón, que sería la responsable de la gravedad. Fuerza que a pesar de su cotideanidad en nuestra vida, no había sido posible de explicar a nivel microscópico, es decir, no se había podido elaborar hasta el momento, una Teoría Cuántica de la gravedad.

Las cuerdas más grandes formarían una especie de membranas circulares o branas. Cada membrana sería un Universo. El choque entre dos branas produciría un nuevo Big Bang y un nuevo Universo. El nuestro sería sólo uno entre muchos. No habría comienzo ni final, sino ciclos entre un Big Bang y el siguiente.

Investigando sobre esta teoría, me sorprendió – sorpresa motivada en mi poca atracción hacia el conocimiento de las ciencias exactas- el avance vanguardista de la Fisica, en desmedida desproporción con las Ciencias Sociales, estas últimas sí permanente objeto de mi curiosidad.

Y entonces, comencé a reflotar en mi pensamiento, una pregunta que desde hace tiempo vengo realizándome, incursionando en libros, ensayos, artículos y demás publicaciones académicas humanísticas: ¿por qué ciencias exactas, pragmáticas y experimentales como la Física y/o las Matemáticas, concluían postulados más actualizados e innovadores en su visión científica que los que hace una década por lo menos, vengo observando en las Ciencias Sociales?

Y es que últimamente, me está resultando desmoralizante que no surja algún pensamiento o idea revolucionaria que transforme paradigmas de pensamiento social más acordes con el inicio del nuevo siglo que ya estamos transitando.

Sigo buscando una nueva visión del Cosmos desde el punto de vista académico de lo social. Y es que la Política, la Economía, el Derecho, la Sociología, la Psicología, la Filosofía, la Educación, etc, siguen apoyando sus postulados en autores de siglos pasados, analizando corrientes de pensamiento desarrolladas en otros contextos, revalorizando escuelas de aquellas épocas, modelos económicos que dejan cuestiones actuales sin responder, antinomias políticas estáticas entre liberalismo y socialismo, que siguen analizándose como si no hubiera nada nuevo por descubrir.

Quizá no lo haya, y tengamos que contentarnos con el análisis desmedido y reiterativo -porque en definitiva los temas son siempre los mismos expuestos de diversas formas- de iguales interrogantes e iguales respuestas. Quizá todo sea una repetición cíclica e interminable de sucesos que no tienen evolución creativa. Pero me niego, como humilde observadora, a aceptar que ello sea realmente así, y sigo buscando…porque también creo que el mundo es más extraño de lo que podemos imaginar, y por ello el hombre y su resultante colectivo, también lo es.

Es que cuando transportamos teorías pasadas a la situación actual sin renovarnos en nuevas teorías, se dificulta la comprensión y la internalización de las corrientes de pensamiento en su profundo significado, porque su aplicación sólo termina resultando teórica al no resolver la problemática actual y no poder afianzarse dentro del conocimiento a través de la prueba y error necesaria en su aplicación para lidiar con las cuestiones que vemos diariamente surgir en cada disciplina.

Y ello puede detectarse, a simple vista, por ejemplo en los foros de discusión profesional. Es recurrente, observar en los debates:

-repetición de paradigmas académicos que no guardan relación con el enunciado a debatir;

-ahínco desmesurado por acotar la temática que va surgiendo como inquietud natural sólo al punto propuesto, con reticencia a dejar que el conocimiento transcurra fluídamente y en forma libre;

-debate de artículos que remiten en un 60 % -como mínimo- a libros escritos por otros pensadores, que son citados textualmente, lo que presupone:
a-que quiénes leen artículos de una disciplina no han leido la literatura básica y/o especializada, escrita al respecto,
b-falta de espiritu crítico, en tanto no se cita a un autor para elaborar una antítesis, sino sin más, es decir como parte del argumento a exponer; y
c-cita de definiciones del diccionario propias de una educación media y no de un nivel terciario.

-falta de elaboración de opiniones propias;

-utilización de párrafos o citas bibliográficas descontextuadas;

-carencia de observaciones o propuestas que antes no hayan sido formuladas por algún pensador de prestigio de otras épocas;

-utilización de un vocabulario en desuso - preferentemente antiguo- en oposición a un vocabulario técnico;

-grandilocuencia oratoria ocultando incontundencia conceptual;

-actitud de enseñar y corregir, en lugar de compartir y propiciar al desenvolvimiento de inquietudes en comunidad; y

-prepoderancia del rigor formal sobre el contenido.

Es como si nos “enamoráramos” de una corriente de pensamiento, y todo nuestro razonamiento intelectual y nuestra argumentación, rondaran sólo en sostener esa corriente casi como un dogma de vida, sin permitir abrirnos a otros replanteos, aunque sólo fueran imaginarios o hasta de ciencia ficción. Aún en este último caso, servirían como ejercicio mental de raciocinio, para producir la apertura necesaria hacia nuevas ideas.

Y es así como reflexiono, que aún el psicoanálisis apoya su estructura en Freud, la Economía sigue debatiendo si libre mercado o mercado intervenido, el Derecho sigue promulgando nuevas codificaciones pero sustentándolas en los mismos principios rectores en latín, la Política sigue escindida entre derecha e izquierda, la Literatura sigue analizando el “Ulises” de Joyce….

Quizá no se nos haya educado para pensar, sino sólo para aprender lo pensado por otros. Es decir, si lo pensado por otros en otro tiempo, no nos despierta la necesidad de pensarlo nuevamente para estos tiempos, con un espíritu crítico, sin temor reverencial, y con una actitud constructiva de revolucionar los paradigmas ideológicos, cómo arribaremos a otras soluciones evolutivas? Porque si el tiempo es otro, es muy probable que los problemas sociales, políticos, económicos sean otros.

De lo contrario, cabría pensar que nuestra interacción social sigue siendo la misma que en el siglo XVIII. Sin embargo, no creo que esto sea así. ¿Acaso podemos hablar del Estado como unidad de acción social en un mundo globalizado? Sin embargo todos los planteos sociales, parten de esa unidad de análisis, como si todo transcurriera igual.

Y ello no es desconocer el valor del estudio histórico, tal cual lo hizo la Física con la Teoría de la Relatividad y la Teoría Cuántica. Pero no se quedó allí, sino que de allí partió la Teoría de Cuerdas. Y de ella seguramente partirán con el tiempo otras teorías y se desecharán otras.

Deseo que el Siglo XXI, nos traiga nuevas teorías sociales, con nuevos análisis, con nuevos paradigmas que nos llamen a seguir estudiando y conociendo lo maravilloso de las Ciencias Sociales. Deseo que nos despertemos... con pensadores que no hayan dado ya todas las respuestas, sino que estén dispuestos a hacerse nuevas preguntas.